Uno es el que muchos conocen y sobre quien he escrito
mucho, mi viejo. El otro es el que esta vez me trae al teclado. Ambos de cuna
humilde con destinos bien distintos. Una de las similitudes que los une es el
baile, uno bailaba con mujeres y el otro baila rivales. La otra es la pasión.
Ambos apasionados en la vida y grandes profetas de la amistad.
Carlitos, el de la 10, le dio un vuelco a su vida y
dejó el confort del Juventus para volver a la Boca. Sus recuerdos sobre sus años
vividos en la rivera no lo dejaban dormir y largó todo y se vino. Se lo tomó
con responsabilidad y para mi muy a pecho. Trajo la impronta del futbol europeo
y se metió en club aconsejando sobre el gimnasio, los entrenadores, la
dedicación y hasta la alimentación. Carlitos es la combinación perfecta del
futbol, tiene todo lo bueno y profesional del futbol europeo y no perdió ni una
de sus mañas de potrero. Por el contrario, las perfeccionó y mejoró. Quienes
amamos el futbol vemos a menudo que los grandes jugadores argentinos se van a
Europa y se transforman en grandes estrellas. Es que la técnica se puede
aprender pero la picardía es inanta. Por estos pagos las llevamos en las venas
y somos de lo mejorcito en eso. Fingimos foul hasta jugando con amigos. Pero
esas grandes estrellas pierden algo. Casi siempre vemos que parte de la
impronta de potrero se pierde y notamos cierta frialdad o profesionalismo en su
juego que los mejora en terminos globales pero los aleja de la picardía, el
potrero y peor aún, les quita PASION.
Carlitos ha sabido no perder esa pasión. A Carlitos no
se lo comió la estrella europea. No sabe hacer nada sin pasión, de hecho no
está en la selección por exceso de pasión. Para Carlitos la pasión es
innegociable.
Hoy, una enorme fortuna china, una lista de comodidades,
y la estupides argentina estan a punto de llevárselo de la cancha que mas lo
quiere. Si algún error se le puede achacar a su regreso es que se puso el club
al hombro. Para los hinchas de Boca fue un gran placer porque les mostró a
todos los que intentan vestir nuestra camiseta que hay una sola forma de
vestirla, como lo hace él. Como lo hicieron los que llegaron a la gloria con esos
colores. Con pasión, dejando todo.
Nadie mas que él sabe cuales son las cosas que lo
llevan a querer irse y cuan grande es el fastidio o las molestias que a su
familia le ocasiona el pasar por el futbol argentino. Carlitos sabe mejor que
nadie que su pasión no tiene precio. Solo puedo imaginarme motivos familiares
de peso para justificar su migración.
No me siento con el derecho de pedirle que se quede
porque para mi es un ídolo que debe hacer lo que lo haga feliz. Pero estoy
seguro que pocas cosas en la vida lo pueden hacer mas feliz que jugar en Boca. Hoy
llegó a un punto complicado, esta entre la espada y la pared. Si se queda,
tendrá que lidiar con un medio que no lo dejará vivir en paz. Si se va, se
sacará de encima el medio y tendrá una vida cómoda pero sin pasión. Nunca mas
lo veremos morder el escudo de una camiseta con orgullo corriendo a gritar el
gol, nunca mas lo veremos golpearse el pecho mirando a la tribuna y diciendo
con un gesto "los llevo en el corazón".
Señores del Shanghai Shenhua sepan que si se llevan a
Carlitos, se llevan el estandarte del fútbol argentino, se llevan el tipo mas
picaro y argentino que pueden encontrar para jugar este deporte. Se llevan un
goleador exquisito de definiciones increibles, se llevan un lider único y
contagioso, se llevan un tiempista y armador de juego con una visión como
pocos. Se llevan un tipo que salió campeón y fue figura en todos los clubes donde
jugó. Se llevan un tipo que dejó la comodidad de uno de los mejores futbol del
mundo para volver por una pasión unica. La pasión por la camiseta de Boca y las
tribunas que mas lo quieren.
Señoes del Shangai Shenhuea se pueden llevar a
Carlitos, pero su pasión queda aca. Está en la bombonera y no habrá millones
que la saquen de ahí.