jueves, 20 de julio de 2017

DESCRIPCIONES


Por tu cariño hay si, por tu cariño hay no, Charra de Salamanca paloma blanca que adoro yo. Lolita. Gallegos. Medias con zapatos. Martinez chileno. Papuyo ven aqui!!!. Evange, traelo. En el medio nosotros. 1-El colorado. Pariente. Pelo largo, flaco, nadador. Novio. Esposo. Padre, todo empezó ahí.  Roberto padre, mi tío, se fue rápido. Mimi. Mi hermano. 2-Bombero. Negro. Ducho para todos los deportes. Buena gente. También pariente. No sabía nadar, que loco. Juana iba poco. Nicolas nunca, Vero hermana. Voley, Velez. 3- El ausente hasta hoy. El rusito, gallina, tapa a rosca, los redondos, pinar de rocha, siambreta, pelo duro. Noche, noche, mucha noche. Alcohol. Buena gente, buen futbolista, gracioso. Ya aparecerá. Roxana, el ruso, Marta. 4- Flavio, del barrio, Villa Luzuriaga, Rodolfo químico ENET 27, al lado de la mía el 35. Miriam, Elsa. Bueno, tranquilo. Muy tranquilo. Cada tanto lo cruzaba después lo perdí. 5- Gustavo. El mas grande. Hermano de Nestor. Gallina, calentón. Grande, muy grande. El primero en laburar. El primero en casarse creo. Nelly, Agusto. Primera perdida. Dura. 6- Nestor. Hermano de Gustavo. Rulos, chamullero. Exitoso con las minas, no les daba tregua. Profesoras de la colonia. Buen jugador. Chau rulos colimba, base de palomar creo, orejas peladas por el sol, me acuerdo, dictadura. Haedo. Cantábrica después. Le pierdo el rastro. 7- Cabezón. Futbol de buen pie. El rojo. Boboboquini, su festejo. Voley te mata. Noqueó a mi vieja. Alto. Buenaso dirían aca. Su familia iba poco el mucho. El 21 en el pasamanos. Villa Luzuriaga, vecino. Aerolíneas Argentinas, cada tanto lo cruzaba después ya no. 8- Fabian Fichador. Personaje. Estética, pelo largo. Sapolan, Yodo, aceite Jhonson, como olvidarlo, se freía. Según mi viejo hijo del tipo mas bueno que conoció, Pichón. Siempre me lo decía, lo extrañaba. Chiquita, la madre. Otra buena. Caseros si mal no recuerdo. La tele lo trae de vuelta y no lo puedo creer, me da nostalgia. Buen tipo, como su padre. Siempre ríe. Hincha del Bicho, sigue el buen gusto. Fácil de seguir esta en todos lados. Le gustaban todas como a Nestor. Se llevó una de las mas lindas. Hizo un postgrado. Nos pasó el trapo. 9- Sergio. Nunca vi un tipo de su tamaño tan habilidoso y bueno para todos los deportes. Tenis, voley, fútbol. Calentón. Se agarraba con Leo. Me une algo especial. La bombonera. Miles de veces fuimos juntos y era mi guardaespaldas. Él me inició en mi locura por el fútbol. Una vez me salvó de un palazo de la montada en cancha del rojo. Otra, se nos abrió el capot del falcon en la Richieri, a la vuelta por suerte. "Viejo chotoooo, cuadriplégico", ese era su mejor insulto a Bochini. Otro "Toresani y la reputa madre que te parió, muerto de mierda". Hermano de Karina, hijo del Negro Licalzi, buen jugador de bochas, provocador por excelencia, gran jugador de truco. Pety, sin palabras. Nos cuidaba y quería como si fuéramos suyos. Me mimaba, me hacia panes con manteca y azúcar. 10-Yo. El abuelo. Por mi cara de viejo y mi pelo desteñido por el cloro y el sol. No se quien me lo puso. Yo soy un poco de todos pero no se si ellos lo saben, era el mas chico y me saltee un par de años. Los de mi edad Menudo. Yo, Spinetta, Yes 90125, Charly, Los redondos, The Police, Pink Floyd, La Marcha de la bronca, etc.  Se va a acabar !!!! Se va a acabar !!!!!. Fútbol, mucho fútbol. Las 40, 20 en copa, tute, mucho tute. Quincho con lluvia TEG, horas y horas de TEG.
De todo un poco. Carnaval, bombuchas, valdasos. Los bailes de disfraces en el salón, ping-pon, metegol. Bochas. Milanesas Nelly y Pety para todos. Pileta, mucha pileta. El juego aquel de cruzar a lo ancho sin que te toquen. Los gallegos, personajes, Juan Alonso trabado. El olor de Decelis, su hijo sin pantorrillas. Jesus, Pepe, sus hijos, sus hijas. Domingo asado, asado, asado, asado. Guardavidas. Pato. Casi todos fuimos guardavidas. Limpiafondo y la puta madre que pesado. Ernesto y señora. Maxi, Silvia y Fabiana.

Fabiana, Fabiana, Fabiana, rubia, vos disfonica, vital, alegre, decía que yo debía haber sido mas grande porque me parecía a Omar, el hermano de Pepe que le gustaba. Ese día empecé a entender que la vida se acaba pero la muerte es eterna. Se sufre todos los días. Inexplicable.

sábado, 1 de julio de 2017

Cuando el fin es solo el comeinzo

Todavía quedan sobre Rafael Nuñez algunas casas viejas. De diseño un tanto fuera de moda. Una pirca baja y rustica sin más decoración que su revoque y pintura blanca desgastada. Puerta de madera con vidrio repartido no muy clásico, más bien de esos que en algún momento fueron modernos y hoy ya no son ni una cosa ni la otra. Al ingreso lo primero que llama la atención es que no hay baño (hoy ya esta modernizado y hay uno muy lindo). En ese momento te preguntás si estás en el lugar indicado o te equivocaste.
Parados en la puerta, intentamos abrir pero está cerrado. Nos quedamos esperando unos minutos y de la casa contigua vemos salir un hombre grande y corpulento, por lo menos comparado conmigo. Peinado rasante y hacia atrás con cincuenta por ciento de canas. Morocho o tostado con cierto aire a tanguero. Se acercó y nos saludó mientras abría la puerta que se arrastra en el piso por lo hinchado de la madera.
Precario, sin carteles ni diplomas. Desde la sala de espera lo primero que llama la atención es la voz grave que retumba en las paredes del consultorio. Llegamos por recomendación luego de que nuestro primer pediatra nos pidiera que sacáramos todos los perros que teníamos en la casa y que el niño no podría estar frente al tele sino hasta los 20 años más o menos. Nos advirtieron que no trabajaba con obras sociales pero que sus precios eran accesibles. Nos dijeron que era muy humano y que sus consultas eran largas porque te llena de preguntas antes de revisar a tu hijo.
El caso es que mi hijo mayor nacido allá por febrero de 2006, no comía ni dormía de manera normal. Por ende,  no subía de peso como debía y para padres primerizos eso es tan trágico como preocupante. Fue por eso que decidimos visitarlo.
Nos presentamos diciendo de parte de quien veníamos y enseguida recordó a esos pacientes. Tomamos asiento y luego de aclararnos que no era pediatra y que trabajaba en infectología en el Hospital Infantil de Córdoba, comenzaron las preguntas. Empezando por cuando nació, pasando por cómo se llama, cuanto pesó al nacer, como es su día, como duerme, como defeca, como orina, etc. Luego de unos veinte minutos de preguntas sobre nuestro hijo nos consultó que nos traía por su consultorio. Le explicamos nuestras inquietudes y no nos interrumpió más que con preguntas que profundizaran la temática de la que hablamos. Nos hizo unas cinco preguntas más y la final de cada una repetía la frase, "la última y lo reviso". Después de cuarenta minutos sin tocar a nuestro hijo nos pidió que lo pusiéramos en la camilla y lo revisó. Oídos, cabeza, boca, vaso, etc. Terminada la revisación sacó su computadora personal, muy personal. Es en realidad un recetario en el que anota la historia clínica de sus pacientes. Medida, peso, fecha de nacimiento, etc. Después saca sus libros de antaño con curvas de crecimiento y vuelca los valores medidos en el bebe. Tarea que debiera ser sencilla, pero encontrar donde poner un punto en ese libro con otros miles de puntos marcados en él,  lo hacen más complicado de lo que parece.
Recién después de todo eso y refiriéndose en ocasiones a su paciente como "este guaso",  viene el diagnóstico, el tratamiento, los concejos y los pasos a seguir.
Es lógico creer que cuarenta minutos en el consultorio de un médico son intolerables para un bebé, pero hay lago en el tono de su vos que genera en los niños una especie de hipnosis auditiva que hace que no puedan dejar de escucharlo y mirarlo. Es el único médico que tiene más preguntas que sus pacientes.
En síntesis, mi hijo fue intolerante a la lactosa durante un tiempo y con leche de soja pudimos sacarlo adelante. En la guardería se enfermó una y mil veces y conseguimos escaparle a las neumonías. Más tarde fue operado de amígdalas y adenoides exitosamente y le cambio el sueño y la alimentación.
Luego atendió a mi segundo hijo y ahora atiende al tercero.
Probablemente más de uno crea que estoy describiendo a un buen médico o a uno parecido al suyo. Sinceramente no lo creo. Alberto es un tipo que nos ha dado tranquilidad en los peores momentos de enfermedades de nuestros hijos y sobre todo del mayor. Más de una vez parecía que tendríamos que internarlo y con absoluta tranquilidad nos sacó de esa problemática. Nos dedicó miles de horas a escucharnos cuando estoy seguro que a los dos minutos ya sabía que tenía nuestros hijos y cuál sería el tratamiento que nos daría. Es el único consultorio del que uno nunca será despachado, la consulta solo se acaba cuando ninguno tiene mas dudas.
Nuestro vínculo con él se fue haciendo más fuerte y el aprecio que sentimos excede largamente el trato paciente-doctor.
Nosotros nos somos los mismos padres que hubiéramos sido sin conocerlo. Nos enseñó a cuidar, criar y hasta a educar a nuestros hijos. La contención y tranquilidad que nos transmitió en momentos angustiantes es digna de una gran persona.
Alberto cumplió ayer su último día en el Hospital Infantil, se jubiló. Está cansado. Quiere disfrutar sus nietos, viajar con su señora y probablemente jugar al golf. Lo tiene merecido.


Seguirá con el consultorio al menos hasta que se canse también de eso. Mientras tanto, imagino cientos de padres entrando angustiados y preocupados pero saliendo contenidos, tranquilos, informados pero por sobre todo agradecidos.

El fin de una etapa, es solo el comienzo de otra.

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