14/11/2018
-Hola
-Hola.
-Quien habla?
-Soy yo viejo
-Juan? Hijo, te escucho raro.
-Puede ser. Como estas? Hace
mucho que no hablamos.
-La verdad que si, sinceramente
me sorprende tu llamado después de tanto tiempo.
-A mi me sorprende que me hayas
atendido, te llame muchas veces y nunca contestabas.
-No recuerdo. Estás seguro? Hace
mucho que no hablamos pero casi no puedo reconocer tu voz. Además, no hace
mucho que tengo este número y no recuerdo habértelo dado
En ese instante me di cuenta que
no podía seguir con la farsa. Ese pobre hombre no tenía la culpa de mis locuras.
No lo conocía y no podía hacerle esto pero en mi interior, el sentimiento que
me lleva cada año a hacer esta llamada no me permitía ver las cosas con claridad.
Lejos de intentar manejar lo que sentía preferí dejarme fluir. Fue egoísta
pero después de tanto tiempo sin que nadie me conteste lo consideré merecido.
Acaso no podía ser tan malo robarle unos minutos a una persona más amable que
yo. Finalmente y sin dejar mi egoísmo de lado, opté por algo de franqueza.
-Perdón señor, no soy su hijo.
-Pero como se atreve? Insolente.
Deje de molestar.
-Por favor, no me corte y déjeme
explicarle.
-No me interesa. Hágale cargadas
a su abuela.
-Por favor, realmente necesito
explicarle.
-Ok sea breve, sólo lo escucharé
para demostrarle que soy más respetuoso que usted.
-Gracias. El número de teléfono
que le han asignado, es el que tenía mi papá. Mi viejo murió hace algunos años
y nunca tuve el valor de borrar su número de mis contactos y cada año, para su
cumpleaños, lo llamo a este número. No soy estúpido y sé que él no atenderá
pero nunca pude dejar de hacerlo. Este año cumpliría 80 años, por eso llamé, y
bueno, atendió usted.
-Lo lamento mucho pero no le encuentro
mucho sentido a esta conversación.
-Es probable pero después de ocho
años sin que nadie me atienda le ruego que no me corte y me siga la corriente.
-Pero no soy su padre.
-No importa, conteste lo que
quiera pero no me prive de la sensación de haber vuelto a hablar con él. Lo que
digamos no será importante pero déjeme soñar.
-Bueno adelante.
La charla avanzó y duró más de
media hora. Todavía no entiendo como ese pobre hombre se prestó a tan
descarrilada idea. Creo que nunca en mi vida hablé tanto tiempo por teléfono.
Mantuve los ojos cerrados y como Victor casi no hablaba pude soñar que hablaba
con mi viejo. Me lo imaginé sentado en la mesa chiquita de la cocina de la casa
de mi tía Martita, donde se había instalado con mi abuela desde que se separó
de mi vieja. Fumando y con Crónica TV de fondo. Me gustó imaginármelo en verano
y con calor, porque en Noviembre a veces hay de esos días calurosos. Lo vi de
ojotas, remera roja sin mangas y short. La pava con agua calentándose a media hornalla.
O sea, la mitad apoyada y la otra mitad no. En lo de mi tía, no se usa termo
para el mate, se deja la pava a fuego muy bajo pero siempre calentando el agua,
en todo caso de vez en cuando, si es que el mate está muy caliente se la corre
un poco del fuego. Siempre con una valerina sobre la manija para no quemarse al
agarrarla. El mate chiquito de loza, verde y feo. De esos no hay ninguno lindo.
Le conté de todo, lo puse al día. Le conté que los chicos ya fueron a la
bombonera y recibieron su bautismo futbolero. También que tiene un nieto que no
conoce y que aún lo extraño. En ese se momento la respiración de Victor cambió
un poco. Hice un silenció porque me pareció que quería decir algo pero no dijo
nada. Traté de evitar las malas noticias de estos años y no me animé a decirle
que mi vieja tiene novio. No creo que se hubiera molestado porque desde que se
separaron el tuvo varias y mi vieja ninguno. Le conté que me reencontré con los
chicos del club Salamanca y que Nestor y
Fabián atesoran el recuerdo de la final de truco que les ganaron al ruso y a él.
Nestor incluso escribió una reseña al respecto. También le conté que el
remisero que me llevó a hacer algunos trámites del velorio me confesó algunas
de sus andanzas. Me contó que le pagaba los viajes al hospital a un amigo que no podía pagarlos y
después se explayó un poco con sus entuertos románticos y sobre las milongas a
las que lo llevaba. Le dije que sigo haciendo asados y escuchando tangos en su
nombre y que mis hijos protestan como lo hacía yo cuando él los ponía, sin
darse cuenta ellos también, que de apoco se les meten en la piel y algún día
serán un hermoso recuerdo. Le conté que Myriam y Pablo están felizmente unidos
a sus parejas y que Roby sigue en Estados Unidos. No me animé a preguntarle que
hizo con el préstamo que encontramos entre sus cosas. Pero sin dudas la mejor
sorpresa me la dio después de muerto. Encontramos sus tesoros personales y había
cosas guardadas por más de 30 años. Algunas que uno creyera de un valor
insignificante pero que evidentemente eran muy importantes para él. Le conté
que me di cuenta cuanto lo quería a Hernan Rojas (el cantante de los Wawanco,
ese que le regalaba los discos autografiados y nosotros no los soportábamos)
porque encontré cartas que le mandaba y recortes de diario que guardaba, entre
ellos el del día que el gordo falleció en Medellín. Había una nota que le llegó
con un asado comprado por internet que le mandé para el día del padre. Tenía
tarjetas de mis hermanos, de roby y mía en la que le decíamos feliz día o feliz
cumpleaños y que seguro en su momento habrán estado acompañadas de algún regalo.
No había escrito nada mas pero parece que eso era muy importante. Cada uno se
quedó con las suyas. Algunas de las mías eran de cuando apenas escribía con lo
cual ya las llevaba con él muchos años. Cuando se fue de casa recuerdo que se
fue con lo puesto pero no se olvidó de sus tesoros. Encontrarlas me conmovió
mucho. De aquellas cosas neutras, tengo tu caja de zapatos y tu anillo. Soy el más
grande y mis hermanos me dieron ese privilegio.
-Vieras viejo, lo grandes que
están Agus y Octi.
Hubiera podido hablar por horas y
no cortar nunca pero de alguna manera sabía que Victor estaba del otro lado y
no me quise abusar.
-Bueno viejo, te dejo. Te deseo
un muy feliz cumpleaños y que la pases muy bien con tus amigos.
Le agradezco mucho el haberme
escuchado. Ha sido importante para mí. Le pido perdón por el atrevimiento.
-No se haga problema hijo.
Después de escucharlo entendí un poco mejor. Por lo que cuenta y la manera en
que lo hace, deduzco que su padre ha sido una gran persona y ha criado un
hombre de bien.
-Gracias, lamento haberlo
molestado. Le pido un último favor y le ruego me diga su nombre.
-Me llamo Victor. Fue un gusto y
también le agradecería me diga el suyo y el de su papá.
-Como no. Mi nombre es Ariel y el
de mi viejo Carlos, Carlitos para los amigos.
Cortamos. Sentí una sensación
rara. Lo que más rescato es que por alguna extraña razón sentí cierta paz. Como
si realmente hubiéramos hablado.
Victor estaba sorprendido y algo
emocionado.
-Hola Juan
-Quien habla?
-Papá.
-Hola pa. Debo admitir que estoy
sorprendido. Hace años que no hablamos. Te llame varias veces y nunca me
contestaste. Por lo que veo cambiaste el número.
-Si hijo. Te pido perdón. La
verdad es que aquella pelea que nos distanció me parece que hoy ya no tiene
sentido.
-Para mí siempre fue así, me
alegro que lo veas así vos también.
-Cuando nos vemos? Quiero que me
pongas al día de tu vida y me cuentes tus cosas. Ya estoy viejo y no quiero
perder tiempo. Tengo miedo que algún día le cuentes tus cosas a un muerto.
-No digas eso viejo. Mañana paso
por tu casa y te venís a cenar.
-Te espero, gracias