sábado, 19 de enero de 2019

Cuatro pasos

Fue en un viaje a Buenos Aires que mi amigo Gabriel en un momento de charla dijo "Los primeros cuatro pasos..."
Se refería a los dolores que siente en esos primeros cuatro pasos que hace cuando se levanta y  le recuerdan que su juventud quedó atrás.
Desde ese día, cada día, y cada vez que me levanto pienso en mis primeros cuatro pasos. Lo primero que me pasa es que me cuesta definir cuáles son los primeros cuatro pasos del día. No tengo claro a partir de que momento debo empezar a contar. El problema es que por la noche me levanto varias veces para ir al baño. Entonces, no se si debo tomar los pasos desde la primera vez que me levanto después de las doce de la noche o cuando me levanto para arrancar el día y no volver a acostarme.

Lo cierto y como les decía, es que desde ese día cada vez que me levanto ya sea para vaciar la vejiga o para ir a trabajar, no puedo dejar de concentrarme en esos cuatro pasos. Traducidos en tiempo son entre cuatro y diez segundos dependiendo de lo dormido que este o de lo bien o mal que  haya pasado el día anterior. Si fui a jugar al football creo que esos diez segundos me los gasto solo en el primer paso. Ese día es el único que no me requiere concentración para pensar en los cuatro pasos, solo puedo pensar en que me duele todo e intento pasarlos rápido. Siento que después de los cuarenta soy como un auto viejo que funciona mejor cuando calienta. El auto arranca fallando y yo rengueando. Necesito al menos todo el pasillo de la planta alta para caminar de manera normal. Cuando no juego al football es distinto. A veces en esos cuatro pasos pienso que dormí como el culo por el calor y no veo la hora de bañarme, a veces que debí haberme levantado cuando zumbaba el mosquito en mi oreja y poner una pastilla espantadora ya que por no haberlo hecho me siento mas cansado y fastidioso que antes de acostarme. Claro que si es fin de semana los hago contento y mas relajado, seguramente pensando en ir a la carnicería a comprar el asado para el mediodía o a preparar el mate porque los chicos tienen partido y los vamos a ver. Los cuatro pasos después de una noche de fiesta son como los primeros cuatro pasos de un futbolista de pretemporada. Te duele todo y no sabes quién te pegó. Si son para ir a ver como duermen mis hijos son silenciosos y apasionados. Hay cuatro pasos que hice dormido muchas veces para preparar una mamadera y ni siquiera recuerdo haberlos hecho. Si son para cerrar una ventana por la tormenta son puteando. A veces pienso en anular los cuatro pasos y volver a la cama pero una vez que me despierto casi seguro que ya no me duermo. Odio los cuatro pasos de cuando me quedo medio dormido y tengo que hacerlos apurado. Me pregunto como serán los primeros cuatro pasos de un presidente, o de un asesino. Que pensarán día tras día al levantarse. Que será lo primero que les ocupa la cabeza?. Odio inmensamente los cuatro pasos que hago al trote porque la próstata ya no es la misma y caminando no llego. Todo para terminar orinando en clave morse. Pero hay algo que por suerte todos esos cuatro pasos tienen en común. Algo que de no ser así haría todo muy distinto y sin duda cambiaría mucho las cosas. Siempre se que esos cuatro pasos son los primeros del día. Lo que afortunadamente nunca se, es si fueron los últimos.


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