Fue en un viaje a Buenos Aires
que mi amigo Gabriel en un momento de charla dijo "Los primeros cuatro
pasos..."
Se refería a los dolores que
siente en esos primeros cuatro pasos que hace cuando se levanta y le recuerdan que su juventud quedó atrás.
Desde ese día, cada día, y cada
vez que me levanto pienso en mis primeros cuatro pasos. Lo primero que me pasa
es que me cuesta definir cuáles son los primeros cuatro pasos del día. No tengo
claro a partir de que momento debo empezar a contar. El problema es que por la
noche me levanto varias veces para ir al baño. Entonces, no se si debo tomar
los pasos desde la primera vez que me levanto después de las doce de la noche o
cuando me levanto para arrancar el día y no volver a acostarme.
Lo cierto y como les decía, es que
desde ese día cada vez que me levanto ya sea para vaciar la vejiga o para ir a
trabajar, no puedo dejar de concentrarme en esos cuatro pasos. Traducidos en
tiempo son entre cuatro y diez segundos dependiendo de lo dormido que este o de
lo bien o mal que haya pasado el día
anterior. Si fui a jugar al football creo que esos diez segundos me los gasto solo
en el primer paso. Ese día es el único que no me requiere concentración para
pensar en los cuatro pasos, solo puedo pensar en que me duele todo e intento
pasarlos rápido. Siento que después de los cuarenta soy como un auto viejo que
funciona mejor cuando calienta. El auto arranca fallando y yo rengueando.
Necesito al menos todo el pasillo de la planta alta para caminar de manera
normal. Cuando no juego al football es distinto. A veces en esos cuatro pasos
pienso que dormí como el culo por el calor y no veo la hora de bañarme, a veces
que debí haberme levantado cuando zumbaba el mosquito en mi oreja y poner una
pastilla espantadora ya que por no haberlo hecho me siento mas cansado y
fastidioso que antes de acostarme. Claro que si es fin de semana los hago
contento y mas relajado, seguramente pensando en ir a la carnicería a comprar
el asado para el mediodía o a preparar el mate porque los chicos tienen partido
y los vamos a ver. Los cuatro pasos después de una noche de fiesta son como los
primeros cuatro pasos de un futbolista de pretemporada. Te duele todo y no
sabes quién te pegó. Si son para ir a ver como duermen mis hijos son
silenciosos y apasionados. Hay cuatro pasos que hice dormido muchas veces para
preparar una mamadera y ni siquiera recuerdo haberlos hecho. Si son para cerrar
una ventana por la tormenta son puteando. A veces pienso en anular los cuatro
pasos y volver a la cama pero una vez que me despierto casi seguro que ya no me
duermo. Odio los cuatro pasos de cuando me quedo medio dormido y tengo que
hacerlos apurado. Me pregunto como serán los primeros cuatro pasos de un
presidente, o de un asesino. Que pensarán día tras día al levantarse. Que será
lo primero que les ocupa la cabeza?. Odio inmensamente los cuatro pasos que hago
al trote porque la próstata ya no es la misma y caminando no llego. Todo para
terminar orinando en clave morse. Pero hay algo que por suerte todos esos
cuatro pasos tienen en común. Algo que de no ser así haría todo muy distinto y
sin duda cambiaría mucho las cosas. Siempre se que esos cuatro pasos son los
primeros del día. Lo que afortunadamente nunca se, es si fueron los últimos.
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